domingo, 14 de abril de 2013

Educación como negocio. No funciona



A partir del Decreto Ley Nº882 del año 1996, se permite la inversión privada con fines de lucro en la educación. Es decir, la educación inicia una transición de derecho hacia mercancía  La educación deja de ser una necesidad de la nación y queda en manos de a oferta y de la demanda, en general, de las leyes del mercado. Reducir costos y maximizar ganancias. Es así que visionarios empresarios ponen sus ojos en este incipiente negocio, y se fundan un gran número de universidades.

La base teórica para el DL882 fue la siguiente: Mientras mas universidades existan, mayor será la oferta académica, entonces los futuros estudiantes (la demanda) tendrán mayor posibilidad de elegir. En esta competencia por captar estudiantes, las universidades buscarán la excelencia académica como principal diferenciación. Esto aplicado a otro ejemplo sería maso menos así: Cuando un cocinero va a comprar verduras al mercado, puede comparar el precio y la calidad de los productos de una manera simple, y de esta manera hacer su elección. Y si no quedó conforme con lo que compró el día de hoy, mañana puede cambiar y comprarle a otro vendedor. Muchas veces para vendernos un producto, las empresas usan el marketing, y logran convencernos. Sin embargo, si el producto no nos satisface, no lo volvemos a comprar.

En la educación, lo mencionado no resulta tan fácil:

1) La información sobre los costos por crédito de todas las universidades no es de fácil accesibilidad.

2) No hay claridad en la medición de la calidad de las universidades

3) Al entrar a una universidad te vuelves un cliente cautivo, donde se complica elegir otra opción

4) La información que difunden las universidades es parcial y lo que buscan es «vender» su producto.

martes, 2 de abril de 2013

Sobre el tráfico limeño y la (des)organización social


El tráfico de lima cada día esta peor, el caos, la contaminación. ¿Alguién ha calculado cuantos recursos pierde el país por el tráfico? Horas-hombre perdidas en desplazamiento, combustible gastado, a esto le sumamos estrés, y todo a costa del beneficio de unos pocos. La acción del estado es tangencial al problema, éste se ha vuelto crónico.
El transporte público y sus serias deficiencias han devenido en un círculo vicioso. El pasajero agobiado,  decide darle una solución individual al problema, esta es; comprarse un auto, por supuesto, si su economía se lo permite. Entonces, ahora tendremos un auto más en las calles, se necesitarán más pistas, mas estacionamientos, más puentes, mas todo, y sin embargo, el problema seguirá, ¿acaso vamos a construir hasta el infinito?. Como ya se mencionó, esto para favorecer a unos cuantos; básicamente los fabricantes de autos, los vendedores de combustible y las constructoras. Todo esto a nombre del libre mercado, que las decisiones individuales son las mejores dicen, pero ¿cómo tomar buenas decisiones sin estar bien informados?, sin poder intercambiar ideas y expectativas sobre como queremos que sea nuestra ciudad, en que espacio queremos vivir. Y pues, eso no se logra solo con voluntarismo, se requieren medidas que encaminen las metas a cumplir, para eso hay un estado, congreso, gobierno, etc. Para hacer cumplir consensos sociales tenemos herramientas como leyes, normas, reglamentos, etc. Ahora, reflexionemos: ¿En qué ciudad queremos vivir?